Todos en algún momento hemos sentido nuestra vida en desbalance. Muchas veces sin poder advertir qué nos hace sentir esa insatisfacción.
Llegan las preguntas sobre el propósito de nuestra vida, las cuestionantes de cómo hemos estado haciendo las cosas y la revisión consciente de lo vivido.
Conseguir ese balance en la vida adulta a veces es un desafío porque generamos la tendencia de invertir más tiempo en cosas que no necesariamente nos llenan o complementan. Vivimos en automático en medio de las tareas y las responsabilidades del día.
Entonces, frena y pregúntate ¿cuantas cosas estoy haciendo por y para mi?
Deja la perfección a un lado y busca la armonía entre todas tus tareas sin olvidar que el eje principal eres tu. El lugar desde donde nace la madre, esposa, amiga, profesional, hija y todas tus facetas. Priorizarte, no es egoísmo. Es amor propio. Práctica esto:
- ¡Conócete! Enumera las cosas que te gustan, te hacen feliz o te divierten y proponte, para iniciar, hacerlo al menos una vez a la semana.
- Establece límites. Aprender a decir “no” es uno de los ejercicios más liberadores. No significa falta de interés por alguien o por algo. Significa priorizarte y establecer límites saludables.
- Cultiva relaciones que te sumen. Rodéate de personas que te inspiren, que te apoyen y te permitan sentirte libre junto a ellas.
- Trabaja tu espiritualidad. Medita, haz yoga, práctica la religión que prefieras y alimenta un espacio en el ahora para llevarle un momento de paz a tu mente.
- Haz ejercicio. ¡Muévete! La actividad física activa en nuestro cerebro aquellas cosas que nos proporcionan placer y bienestar.
Karina Larrauri
