Durante mucho tiempo, los noticieros del mundo informaban sobre la alta incidencia de muertes por hambre. Sin embargo, por primera vez en la historia de la humanidad, la obesidad ha superado al hambre como causa principal de mortalidad evitable. ¿Cómo llegamos a este punto?
La sobrepoblación, junto con la industrialización de la alimentación, ha favorecido la proliferación de alimentos ultraprocesados, de rápida preparación y bajo costo. Estos productos, comúnmente denominados fast food, se han globalizado, alterando el equilibrio entre el hambre, la mala alimentación y la obesidad. Este fenómeno ha sido tan alarmante que la Organización Mundial de la Salud (OMS) acuñó el término “Globesity” para describir la expansión de la obesidad y el sobrepeso como una verdadera epidemia mundial.
Se estima que más de 115 millones de personas en el mundo padecen enfermedades directamente relacionadas con la obesidad. Esta condición se define como una enfermedad crónica y compleja, caracterizada por un exceso de tejido adiposo que compromete la salud y la funcionalidad del organismo.
La obesidad conlleva múltiples riesgos para la salud, incluyendo: diabetes tipo 2, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, cáncer, trastornos hormonales, hepáticos (como el hígado graso no alcohólico), renales, gastrointestinales (como el reflujo gastroesofágico), entre otros. También afecta la salud mental, provocando condiciones como la ansiedad, la depresión, la baja autoestima e incluso dificultades en la fertilidad. Actualmente, se considera una enfermedad inflamatoria sistémica, ya que impacta negativamente todos los órganos y sistemas del cuerpo.
Los efectos socioeconómicos y culturales también juegan un papel importante. Ambientes obesogénicos —donde la mala alimentación y el sedentarismo se normalizan— son favorecidos por la falta de políticas públicas efectivas, campañas deficientes de educación nutricional y una fuerte influencia del marketing de productos de bajo valor nutricional. Además, la obesidad conlleva estigmatización social y discriminación laboral, perpetuando un ciclo que afecta a generaciones enteras.
Según estimaciones internacionales, si no se toman medidas
preventivas efectivas, los costos asociados al sobrepeso y la obesidad podrían alcanzar los 3 billones de dólares anuales para 2030, y superar los 18 billones para 2060.1v (OMS, 7 de mayo 2025, Obesidad y Sobrepeso).
Frente a esta realidad, es urgente establecer estrategias integrales que no solo apunten a tratar las enfermedades derivadas, sino que prioricen la prevención, la promoción de estilos de vida saludables, y el acceso equitativo a tratamientos farmacológicos y no farmacológicos. La obesidad no debe ser abordada únicamente por especialistas; todos los profesionales de la salud, independientemente de su área, deben estar capacitados para reconocer y manejar esta condición desde una perspectiva médica y humana.
Por:Dra. Marlin Núñez
Diabetóloga-Nutrióloga Clínica